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Novela históríca, Historia y la Guerra de Independencia en Levante: “Jaque al emperador” (1808-1812)

Por Carlos Rilova Jericó

Juan Ramón Barat, un autor con una voluminosa trayectoria a sus espaldas, me hizo el honor de enviarme hace poco un ejemplar de su, de momento, última novela histórica: “Jaque al emperador”

Al parecer esto es fruto de que mis trabajos sobre las guerras napoleónicas han tenido un eco geográfico mayor del que yo creía. Pues “Jaque al emperador” habla de eso precisamente. De España y las guerras napoleónicas. Y lo hace de un modo nada común hasta hoy en la novelística española sobre ese tema.

En efecto, “Jaque al emperador” es, al igual que otra novela histórica ya mencionada en el correo de la Historia, “La conjura de los libros” de Carlos Aitor Yuste, una verdadera novedad en ese panorama desde los tiempos de Benito Pérez Galdós. Un largo tiempo que nos retrotrae a la última mitad del siglo XIX y comienzos del XX…

Así es, “Jaque al emperador” habla de asuntos de la Guerra de Independencia española muy poco tratados en la, en general, bastante depauperada Literatura española sobre esa época.

Desde luego hay ecos de Pérez Galdós en “Jaque al emperador”, como no podía ser menos. Pero son ecos renovados. O más bien insólitos, inesperados. En efecto, sólo para empezar, “Jaque al emperador” es la crónica de la destrucción sistemática de un país rico y pujante (aparte de algunos problemas de fondo), que no es otro que la España de comienzos del 1800. Pujanza y prosperidad que se muestran en esta novela en el ascenso social de la familia del protagonista: José Romeu. Un personaje, por otra parte, rigurosamente histórico.

“Jaque al emperador”, desde luego, es completamente fiel a la trayectoria real de José Romeu y Parras. Y así descubrimos, de la mano de esta biografía novelada, que su principal protagonista era hijo de una familia de comerciantes que prospera en el negocio de la venta y fabricación de vinos y licores. Pese a los atrasos en los pagos de suministros efectuados al Ejército, tal y como novela J. R. Barat en “Jaque al emperador”, los Romeu, en efecto, prosperan. Primero padre e hijo. Más tarde sólo el hijo tras la muerte de su progenitor, que lo deja al frente -en solitario- de un negocio familiar que ya abarca establecimientos de bebidas, bodegas y viñedos.

Ese horizonte prometedor, tal y como nos narra “Jaque al emperador”, se va hundiendo paulatinamente cuando, a partir de 1808, un José Romeu casi recién casado -morirá en 1812 con 34 años- asiste a la invasión de su país por parte de Napoleón.

Y es ahí donde la novela de Barat -merced a la biografía real de José Romeu- vuelve a mostrarnos otras grandes novedades nada habituales en la Narrativa histórica española sobre las guerras napoleónicas.

Es decir: el papel preponderante de la burguesía de distintas provincias españolas (en este caso la saguntina de Murviedro -de donde es originario Romeu-, la valenciana…) en la formación y organización de fuerzas militares que puedan hacer frente a esa invasión.

Romeu, en esa calidad, es puesto al frente de varias unidades que combatirán a los franceses entre 1808 y 1812 en un frente, el valenciano y, por extensión, el levantino, casi siempre olvidado en esa novelística histórica española (no digamos ya en la extranjera) ceñida, los últimos 150 años, a un relato canónico -por así llamarlo- que lo reduce todo a esta casi telegráfica secuencia: levantamiento madrileño de 2 de mayo-victoria de Bailén-asedios a Zaragoza-resistencia en Cádiz-intervención británica en el centro de Portugal y España-grandes batallas de Arapiles, Vitoria, etc…

Sin dejar de ser cierta esa secuencia, los historiadores que hemos trabajado en el período ya sabíamos que las cosas fueron mucho más complejas y variadas de lo que nos cuenta esa especie de palinodia, fijada desde los tiempos de Pérez Galdós.

Así, por ejemplo, sabemos que desde 1809, el reino de Galicia y sus cuatro provincias (lo que sería la actual comunidad autónoma gallega) han obtenido una resonante victoria sobre los invasores napoleónicos, quedando liberado todo ese vasto territorio desde ese año 1809 en adelante. Siendo incapaces de reconquistarlo las tropas francesas y constatándose así el éxito de la reacción conjunta de fuerzas regulares españolas -reorganizadas tras los desastres del otoño de 1808 y el invierno de 1809 – y unidades irregulares (o populares, si se las quiere llamar así) dirigidas por el alto clero y la burguesía que capitanea las llamadas “alarmas gallegas”. En apariencia petimetres urbanos vestidos a la última moda con botas de campana, frac, chaleco cruzado y sombrero de copa y en la práctica una eficaz y temible oficialidad improvisada que, en efecto, conduce a esas fuerzas a la victoria total y definitiva frente al francés, en toda Galicia, desde el año 1809.

Un hecho que puede parecer sorprendente porque durante años -ya siglos, de hecho- se ha estado martilleando en nuestro imaginario histórico que Cádiz -cual famosa aldea gala- es la única porción del territorio español que resiste heroicamente al invasor.

Nada menos cierto si volvemos la vista a todo el eje cantábrico dirigido desde Galicia y desde otros lugares liberados como la localidad cántabra de Potes -cuartel general y depósito de prisioneros franceses capturados por el 7º Ejército español- o la villa guipuzcoana de Oñate que, de hecho, cuenta incluso con una academia militar. Para formar oficiales que entren en servicio de ese 7º Ejército, al amparo de los batallones guipuzcoanos de Jauregui y de la División Navarra de ese Ejército, organizada y dirigida por los Mina -tío y sobrino- y abastecida desde distintos puntos por la Royal Navy británica, por las redes clandestinas de contrabando y espionaje organizadas por la burguesía del País Vasco -por ejemplo- y desde el reino de Galicia. Donde, desde 1809, funcionan considerables fábricas de armamento de las que salen desde mosquetes hasta piezas de Artillería.

Eso mismo, más o menos, es lo que ocurre en Levante. Y es justo lo que describe Juan Ramón Barat en esa oportuna novela, “Jaque al emperador”, donde, en algo más de 500 páginas, se narra una guerra tenaz, en torno a una ciudad de Valencia que, como Cádiz, como Galicia -y muchos otros lugares hoy aún desconocidos en el imaginario histórico español menos especializado- resiste al invasor napoleónico.

El relato de Barat -mediatizado por el hecho de haber elegido a un personaje real pese a estar casi olvidado- nos cuenta esos hechos: la resistencia del ejército regular español bajo mando de generales como Bassecourt y Blake a los esfuerzos de Suchet, futuro -y breve en la práctica- duque de la Albufera, por conquistar la mayor parte del Levante que para fecha tan avanzada como 1811 aún resiste, con éxito, la invasión napoleónica.

Así, en definitiva, “Jaque al emperador” recupera esa lucha enconada, desesperada, hasta el último hombre y mujer, hasta el último recurso militar -la guerrilla- que, privada de apoyo regular, sólo puede sucumbir. Como bien se sabía ya por experiencia en el País Vasco de 1808, teniendo que dar esas partidas lugar a una organización sistemática y sólida, convergiendo con las reorganizadas tropas regulares que forman el 7º Ejército.

Es así como se forja la tragedia del protagonista, real -insisto-, de “Jaque al emperador”, que ve arrasado todo el Levante (empezando por su propia hacienda y familia) y, finalmente, sucumbe frente a un Ejército francés que, por supuesto, no lo reconoce como militar de otro Ejército regular. Una deshonrosa práctica para los brillantes mariscales y generales napoleónicos, que la aplicarán, en efecto, incluso con tropas como las del 7º Ejército (regulares, uniformadas a la francesa o a la británica…) que ni de lejos podrían haberse confundido con guerrilleros o, como ellos decían, “brigands” o bandoleros.

Llega, pues, oportunamente esta novela histórica de Juan Ramón Barat, justo ahora que en Valencia se organiza una macroexposición, “Valencianos en guerra (1808-1814)”, que, esperemos, no pase desapercibida en el resto de una España que, como demuestra “Jaque al emperador”, lleva dos siglos bastante distraída de su propio pasado. Y envuelta en enfrentamientos estériles para los que Juan Ramón Barat reserva en su novela una también oportuna reflexión final, muy a tener en cuenta…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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