Por Carlos Rilova Jericó
El jueves pasado, una vez más, las redes sociales, en concreto Twitter (la ahora llamada “X”), daba una sabrosa sorpresa con respecto a la Historia. En este caso la polémica, que apenas duró siquiera las 24 horas de rigor, venía avalada por la tendencia titulada “Felipe II” en esa red social.
La curiosidad que tanto nos caracteriza a los historiadores, me llevó a indagar en el suceso y así descubrí que el rey Prudente, o el Demonio del Mediodía para sus numerosos detractores, había sido revivido en ese artefacto tecnológico -que él tanto habría admirado- porque una masa enfervorizada se quejaba de que no apareciese su nombre en la lista elaborada en un programa de Televisión Española -dirigido por Silvia Intxaurrondo- y que preguntaba quién era el mejor personaje español de la Historia.
A primera vista, por los comentarios más furiosos, pensé que ahí se había hecho la enésima barbaridad contra la Historia española, eligiendo como personajes históricos a figuras un tanto fuera de lugar.
Razones para ello no faltaban. Y no era una noticia falsa como las que tanto, se dice, abundan en ese medio. Porque en la lista del programa de Silvia Intxaurrondo aparecían, en efecto, personas que, pese a una larga trayectoria en el mundo del Periodismo español, no deberían considerarse como personajes históricos, que, además, es una cosa que envejece muchísimo y, por tanto, no suele llevarse bien en una sociedad como la nuestra que rinde un culto -a veces exacerbado- a la Juventud.
Así aparecían nombres como el de Julia Otero o Iñaki Gabilondo que, no tengo duda, en su día serán considerados como parte de nuestra Historia, pero que, a fecha de hoy, y con ambos nombres en plena actividad (o casi), parece una nominación un tanto, como decía, fuera de lugar en una lista de personajes históricos.
Por lo demás esa lista estaba bastante bien. Es más: era una útil herramienta para hacer una radiografía -valga la metáfora- del estado de los conocimientos históricos de los españoles a fecha de hoy, a comienzo del año 2024.
Y es que en esa lista de “El mejor de la historia” aparecían -aparte de periodistas actuales- Juan Ramón Jiménez, Benito Pérez Galdós, Valle-Inclán, Antonio Machado, El Greco, Dalí, Velázquez, Manuel de Falla… Lo cual demuestra que hay un buen conocimiento al menos de la Historia del Arte español. Desde sus épocas más doradas hasta las calificadas sólo como plateadas. Como fue el caso de la de Antonio Machado, Falla… Una buena noticia pues.
Pero esa lista tenía más matices. Así, con respecto a personajes históricos menos relacionados con la Música, la Literatura, la Pintura (que siempre son más fáciles de recordar), se había votado a dos reinas al menos, Isabel I e Isabel II, y a Agustina de Aragón. Un dato algo ambivalente, pues ahí ya se veía que la cuestión de la paridad, tan traída y tan llevada hoy día, no había hecho mucha mella en los votantes de la encuesta televisiva, dando una primacía absoluta a las mujeres en detrimento de los hombres que podrían haberse mencionado en ese mismo rango.
Tras esto aparecían en la lista una serie de reveladores nombres del mundo del Deporte, como Marc Márquez o Fernando Alonso, que demuestran que un porcentaje considerable de españoles se informa de lo que parece importante sólo a pie de actualidad deportiva y poco más. Y eso, sin paliativos ni ambages, revela un conocimiento pobre de nuestra Historia entre otro grupo de la población española actual.
Un dato preocupante, tal vez. Pero menos preocupante que algunas de las airadas invectivas que se podían leer contra quienes lanzaron venablos -y algo más- contra Televisión Española y la encuesta del programa de Silvia Intxaurrondo.
Así, revisando el asunto desde todos los ángulos, pude comprobar cosas verdaderamente chocantes, como un usuario de esa red social “X” (o Twitter, como se prefiera) que echaba en cara a la presentadora y a Televisión que en la lista no apareciesen los Reyes Católicos… Una lectura sin duda apresurada de esa encuesta o, peor todavía, que dicho usuario, Javier Agustín Fernàndez (sic) Arroyo, creyera que los Reyes Católicos eran un solo personaje híbrido. Algo así como un “Isabel y Fernando” equivalente a, por ejemplo, Ortega y Gasset (quien, por cierto, también había sido votado en esa lista).
El mismo usuario también reclamaba por la ausencia de Felipe II (ahora sí con más razón) o de Carlos III (igualmente con razón).
Otros, más numerosos, echaban en falta a Blas de Lezo y a Francisco Franco Bahamonde…
Pero en conjunto todos esos usuarios de “X” alzados contra Televisión Española y Silvia Intxaurrondo, demostraban otro dato revelador para el historiador: un conocimiento más bien superficial de nuestra Historia entre quienes, sin embargo, se declaraban por principio enfervorizados guardianes de sus esencias históricas.
¿Blas de Lezo, Felipe II… grandes en la Historia? Sin duda ese rey gobernará en su larga vida a una gran porción de la Humanidad, un vasto y duradero imperio, pero… ¿qué más se puede decir a la hora de elegirlo como mejor español de la Historia? ¿Habría que destacar al rey por encima de geniales súbditos suyos como Blasco de Garay? Una pregunta para la que, estoy casi seguro, esos airados defensores de Felipe II no podrían responder sin mirar antes la conspicua “Wikipedia”.
Otro tanto se podría objetar de Isabel II que sí aparecía en la lista. Su reinado no fue precisamente un remanso de paz, si bien con ella llegaron avances como el ferrocarril y el telégrafo, pero como gobernante no fue exactamente la reina Victoria, puestos a hacer comparaciones. Doy fe de primera mano a través de la interesante correspondencia entre Fermín Lasala y Collado y su mujer Cristina Brunetti, cuando él ejercía de embajador español en París en la década de los 90 del siglo XIX.
El retrato que pintaba Lasala de la reina no era precisamente elogioso. Al contrario: en un “reality show” del estilo del llorado “Sálvame”, Isabel hubiera alcanzado cotas de esa popularidad no demasiado selecta que tan bien conocemos…
Respecto a Blas de Lezo -tan echado en falta por los reclamantes contra la encuesta- sin duda fue un militar y marino de una eficacia extraordinaria y un estratega de primer orden. Pero hasta hace una década, más o menos, muchos de esos quejantes nada sabían de él. Y por lo visto siguen sin saber dónde ubicarlo en el curso general de nuestra Historia. ¿Lo ponemos junto a otros marinos guipuzcoanos anteriores y posteriores a él, como Antonio de Gaztañeta o Churruca? Ambos, aparte de marinos de Guerra de una competencia asombrosa, fueron también científicos destacados, admirados incluso por los enemigos habituales de España. ¿Por qué no los reclamaron igualmente esos iracundos televidentes en esa lista de “El mejor de la historia”?
La respuesta es sencilla: por la misma razón por la que hace 20 años nadie habría reclamado a Blas de Lezo en encuestas como esa. Porque de Churruca -y más aún de Antonio de Gaztañeta- sólo sabemos y nos acordamos, hoy por hoy, un puñado de historiadores que, yo diría, podemos contarnos con los dedos de una mano…
Y así podríamos seguir páginas y más páginas, descubriendo que, en general, a fecha de enero de 2024, el conocimiento de los españoles de su propia Historia mejora pero aún tiene serios déficits que cierto amor bruto hacia ella desde luego no arregla ni va a arreglar. Por mucho que se haya convertido al gran Blas de Lezo en una especie de amuleto a veces exhibido de manera tan sonrojante como una pancarta con falta de Ortografía.
Por hoy no habría, pues, nada más que decir del mejor -o la mejor- de la Historia española y de lo que se sabe realmente de ese asunto en España…