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Carlos Rilova

El correo de la historia

La desaparición del general Mendizabal

Por Carlos Rilova Jericó

Quienes siguen el correo de la Historia ya saben que el general guipuzcoano Gabriel de Mendizabal e Iraeta, el conde de Cuadro de Alba de Tormes, es una presencia habitual en estas hojas sueltas de Historia.

La razón de que hoy vuelva a ellas no es únicamente porque mañana es 18 de junio y se cumple otro aniversario de la Batalla de Waterloo y la campaña subsiguiente en la que este militar guipuzcoano tendrá parte en la frontera del Bidasoa.

El general vuelve aquí, también, por algo que me contó hace poco tiempo el actual conde de Cuadro de Alba de Tormes, Iñigo Montoya, sobre la desaparición de uno de los retratos del general. En este caso uno pintado por Goya que había acabado en Estados Unidos a principios del siglo XX.

Como vamos a descubrir en este nuevo correo de la Historia, no se sabe exactamente qué pasó con ese retrato cuando la colección a la que pertenecía (la de Charles Deering, un magnate y filántropo del Chicago de la “Gilded Age”) se separó tras su muerte en 1927.

¿Quién fue el responsable de la desaparición de esa tela pues? Indicios no hay demasiados. Lo cual abre la puerta a algo que a los historiadores no nos gusta demasiado: las conjeturas.

El actual conde de Cuadro de Alba de Tormes me ha hecho llegar algún material interesante a ese respecto. Por ejemplo un video que recoge la intervención -en un simposio sobre Arte y desamortización en España durante los siglos XIX y XX- de Isabel Coll -de la Universitat de Barcelona- en el que esta especialista trata la cuestión de la colección de Pintura de Charles Deering donde se supone había recalado el retrato del general Mendizabal firmado por el gran Francisco de Goya y Lucientes.

De ese interesante hilo visual he pasado a la madeja de este asunto que, en este caso, es una de las publicaciones al respecto de la ya citada Isabel Coll. Concretamente una obra bilingüe, en inglés y español, titulada “Charles Deering and Ramón Casas. A Friendship in Art-Charles Deering y Ramón Casas. Una amistad en el Arte”.

En esta obra, publicada por la Northwestern University Press en 2012, Isabel Coll señala, en la página 212, que había varias obras de Goya en esa colección que se dispersaría un tanto tras la muerte de aquel magnate de la maquinaría agrícola -Charles Deering- en el Miami de 1927. En esta obra se explica también que el retrato del general Mendizabal era uno de esos Goya de la colección que, sin embargo, a diferencia de los otros cuadros de Charles Deering con esa firma, hoy día se encuentra -como ya se ha dicho- en paradero desconocido.

El único indicio que queda de él, nos dice Isabel Coll, es una reproducción sacada de la Enciclopedia Espasa donde ilustraba la entrada dedicada en esa obra a este general vasco de las guerras napoleónicas. Allí constaba como perteneciente a la colección del Palacio de Maricel antes de que Charles Deering la transfiriese a Chicago de donde todo apunta a que salió -en fecha desconocida a partir de 1927- para ir a dar a manos de otro coleccionista -mucho menos transparente- que la mantiene, según parece, en secreto…

Y aquí surgen preguntas interesantes respecto a lo que ese cuadro significa -o pudo significar- para alguien como estos coleccionistas conocidos o desconocidos.

Sin duda un retrato de Goya es valioso en sí para cualquier coleccionista de Arte que se precie, más allá de su contenido, de la figura representada. Pero ¿sabían tanto Charles Deering como quienquiera que tenga ahora este retrato del general Mendizabal, quién fue realmente aquel hombre y cómo es que mereció los honores de ser inmortalizado por Goya?

Probablemente no, pues el general Mendizabal sigue siendo un gran desconocido. A diferencia de lo que ocurre con aquellos generales napoleónicos con los que se midió o los británicos con los que luchó, hombro con hombro, a partir de 1808.

Sólo recientemente hemos empezado a recuperar la memoria de sus hechos en aquella Europa napoleónica. El balance no es pequeño según nos relata su hoja de servicios que conserva el Archivo General Militar de Segovia. Una que amablemente se me hizo llegar por parte de esa institución -ya hace más de diez años- para reconstruir la biografía casi olvidada de ese general retratado por Goya en un cuadro hoy desaparecido.

Gabriel de Mendizabal e Iraeta inicio una tardía carrera militar cuando rozaba sus veinte años. Sin embargo, a partir de la guerra contra la Convención revolucionaria francesa, comenzará una fulgurante ascensión en la escala de mando que lo lleva al grado de general de brigada para cuando estalla la guerra contra Napoleón en España.

Allí (como ya he relatado en varias ocasiones) presentará una resistencia a ultranza a la invasión francesa. Con notables hitos como el de la primera Batalla de Alba de Tomes en el otoño de 1809, donde los cuadros de Infantería que dan nombre a su título nobiliario, rechazan hasta tres cargas de la élite de la flamante Caballería napoleónica. Dejando así un serio aviso a esas tropas que, pese a contar esa batalla como una victoria, no pueden ya ocultarse que no se enfrentan a simples guerrilleros de navaja, trabuco y emboscada, sino a tropas de línea capaces de desbaratar sus hasta entonces invencibles cargas de Caballería que han aterrado y doblegado a toda Europa…

De ahí el general Mendizabal pasa a mandar todo un ejército español, el Séptimo, que controla el cuadrante de la Península que va desde la frontera de Galicia hasta la de Aragón, protegiendo así ese flanco de los ejércitos aliados bajo mando de Wellington. Desde esas posiciones -como ya he contado también en otros correos de la Historia- en octubre de 1812 el general retratado por Goya salvará de un desastre al ejército del mismo Wellington, que debe retirarse precipitadamente de Burgos hacia sus líneas de Torres Vedras nuevamente…

Así, el general Mendizabal ocupará desde enero de 1813 posiciones en ese cuadrante Norte de la Península que, posteriormente, facilitarán a Wellington las sucesivas victorias de Vitoria, San Marcial… y, ya en 1814, la de la superflua (pero inevitable) Batalla de Toulouse, donde Mendizabal caerá herido sirviendo como voluntario en los asaltos a ese último reducto napoleónico en Francia.

Todo eso, esa biografía digna, como vemos, de cualquier nombre más famoso de los generales de las guerras napoleónicas, es en definitiva lo que representaba ese cuadro que un día fue propiedad de Charles Deering y hoy desconocemos de qué otro coleccionista que, probablemente, ignorará todo de ese general plasmado en esa pintura de Goya que él o ella guardan celosamente.

Incluso que si hoy hay descendientes de José Napoleón I en Estados Unidos, fue gracias, precisamente, a los esfuerzos de ese general pintado por Goya sobre un lienzo hoy desaparecido allí mismo, en aquel gran país. Porque él, Gabriel de Mendizabal, conde de Cuadro de Alba de Tormes, se negó, en 1808, en 1809, en 1812… a rendirse antes los planes de los Bonaparte, tan cargados de ambición desmedida…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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