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Carlos Rilova

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¿Problemas con los esclavos? Algo de Historia sobre la rebelión de Nat Turner (A. D. 1831)

Por Carlos Rilova Jericó

Hace una semana estuve viendo una película titulada “El nacimiento de una nación”, que no se debe confundir con la del mismo título, filmada en 1915 por David W. Griffith, y que constituye una de las cumbres de eso que llaman “Séptimo Arte”. Pese a que su contenido ideológico haya sido objeto de agrias discusiones. En efecto. Para algunos la película de Griffith era deliberadamente propaganda racista blanca a favor del Ku Klux Klan. Para otros sin embargo, incluido Nate Parker -el director de esa otra película titulada “El nacimiento de una nación”, posterior en 101 años a la de Griffith- la de 1915 tan sólo pretendía denunciar ese racismo blanco.

En cualquier caso, Nate Parker ha hecho una película que hay que definir como inteligente, pues no ha caído en ella en un maniqueísmo descarado ni ha tratado de hacer una contraimagen del supremacismo blanco en “El nacimiento de una nación” de 2016.

Así es, Parker, que además de dirigir la película, la produjo, escribió su guion y se reservó el papel del protagonista de la película (el esclavo insurrecto Nat Turner), ha reflejado con bastante minuciosidad lo que era una sociedad esclavista como la del estado de Virginia entre 1800 y 1831, que es lo que duró la corta vida de Nat Turner. Ese jefe de la rebelión de esclavos que conmocionó, tal y como recuerda la película de Parker, a aquellos Estados Unidos levantados en armas contra Gran Bretaña en 1776, invocando a la Libertad, pero que toleraron en gran parte de su territorio a miles de personas viviendo bajo el yugo de una total falta de esa misma libertad.

Así Nate Parker no ha ahorrado en su película detalle alguno de lo que era un sistema esclavista como el sureño. Bien descrito en libros de Historia como los de Herbert Aptheker. Un especialista tanto en el tema de la esclavitud negra en Estados Unidos como en la revolución de 1776. Si bien parece evidente que Nate Parker ha sabido colocarse en un punto intermedio, bastante sensato, entre las afirmaciones de Aptheker -un estalinista que defenderá la invasión soviética de Hungría en 1957- y su contraparte académica. Es decir: los galardonados Robert Fogel y Stanley Engerman que en su estudio “Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los Estados Unidos” consideraban -desde la Historia económica cuantitativa- que las cosas, desprovistas de todo matiz ideológico, eran como eran y que la Esclavitud en Norteamérica, si era moralmente reprobable, no por eso dejaba de ser -en los propios términos de esos dos historiadores- eficiente y vigorosa…

La película de Parker -eso parece evidente también- recoge fuentes directas de cómo se vivía en una plantación de esclavos. Una sería, por ejemplo, el controvertido relato autobiográfico de Nat Turner -escrito por su abogado defensor- “Las confesiones de Nat Turner”, o biografías paralelas a la de Nat Turner como las memorias de Frederick Douglass que se pueden leer, afortunadamente, en español.

En efecto “El nacimiento de una nación” de Nate Parker parece reflejar muy bien todo ese material histórico y es, por tanto, una película histórica realmente solvente que asimila esas fuentes y supera otras narrativas sobre ese fenómeno esclavista como las del polémico Alex Haley, autor de “Raíces” -obra juzgada y sentenciada como plagio de “El Africano”- o la novela corta de ese mismo autor titulada “Una Navidad diferente”.

De ese modo lo que nos comunica la película de Nate Parker es lo que ya habían descrito estudios como los del acérrimo marxista Aptheker: que la Esclavitud, tanto la anterior a la sureña como ésta misma sobre todo, corrompen tanto al esclavo como al amo de esclavos.

En ese aspecto “El nacimiento de una nación” de 2016 no es nada maniquea. El amo de Nat Turner, que tiene más o menos la misma edad que su esclavo, pasa a lo largo de la película de ser un niño de mirada limpia cuando él y Nat juegan en la plantación, casi de igual a igual, durante su Infancia, a un hombre con un fondo aún noble -quiere tiernamente a su hermana a la que pide que le avise si su marido la maltrata, defiende a Nat de otro blanco que lo está golpeando sin motivo razonable alguno…- pero que finalmente se convierte en un alcohólico que descuida su propia plantación, explota miserablemente al propio Nat como predicador para amansar a esclavos levantiscos de plantaciones cercanas (con un uso de la Religión que da la razón a Marx y Engels con respecto a la función de la misma como elemento de dominación) y, subido en ondas sucesivas de alcohol, trata a sus esclavos del modo más ruin que se pueda imaginar. Impulsando así a la rebelión abierta a Turner y a los demás que le seguirán hasta el desastre final de 1831.

Es ahí donde reside la gran lección que nos da “El nacimiento de una nación” de 2016. La de que un sistema esclavista lo corrompe todo, como saben los que lo han estudiado como historiadores. Tanto desde la perspectiva de Aptheker como desde otras incluso contrarias.

Se trata de sistemas asfixiantes, cargados de medidas de control inhumanas y corruptoras. Lo vemos, por ejemplo, en la película de Nate Parker en el salvajismo con el que son tratados dos esclavos a los que su amo ha confinado y amordazado con bozales de metal -una práctica habitual para castigarlos- por haberse declarado en huelga de hambre. O en los pases que tienen que exhibir los esclavos si se han alejado siquiera diez pasos de la plantación a la que pertenecen. Algo que casi cuesta al padre de Nat Turner la vida a manos de los sicarios que controlan los caminos sureños en la época para evitar fugas de esclavos y que, años más tarde, los supervivientes de la misma cuadrilla de Policía de carreteras esclavista, usará como pretexto para violar y maltratar a la mujer del propio Turner por encontrarse a diez pasos de la plantación sin dicho pase…

Toda esa lista de medidas tiránicas -y otras más- son minuciosamente descritas por Nate Parker en esta película biográfica sobre Nat Turner y acaban conduciendo al final lógico en el que desembocó todo aquello. Es decir, el espíritu humano universal, sin distinción de época ni de raza, levantándose contra todos esos atentados sistemáticos contra la dignidad humana que no soportan finalmente ni los más encanallados y sumisos esclavos…

El final de la película cierra perfectamente esa secuencia histórica lógica. Tras la ejecución de Nat Turner después del fracaso de su rebelión, las siguientes secuencias muestran un rápido paso de años entre 1831 y 1861, momento en el que uno de los niños esclavos testigos de la ejecución -supuestamente ejemplarizante- de Nat Turner, reaparece como hombre adulto, de edad ya casi madura. Ese antiguo esclavo viste el uniforme de soldado unionista y forma parte de un regimiento de Infantería de línea que avanza bajo la bandera de las barras y estrellas de Estados Unidos para -con las armas en la mano y como parte de un Ejército bien organizado- aplastar definitivamente ese inhumano, odioso, corruptor, sistema esclavista y liberticida.

Toda una lección de Historia que, desgraciadamente, parece que mentes incultas -o incluso enfermas- siguen sin ser capaces de aprender creyendo, como los ludópatas, que en el siguiente envite histórico ganarán la apuesta, todo les saldrá bien y podrán esclavizar o sojuzgar a miles, millones, de seres humanos porque expertos -como Fogel o Engerman- les han dicho que es moralmente reprobable pero económicamente viable (y hasta necesario para la supervivencia de la “civilización”). Todo eso creyendo, tontamente, que de ahí no surgirán uno, cinco, diez mil Nats Turners que avancen bajo nuevas banderas de Libertad, como un ejército organizado, para aplastar, otra vez, la cabeza de esa serpiente que envenena incluso a sus propios amos…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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