Alberto Moyano
El cambiazo se ha consumado: Leire sustituye a Amaia en La Oreja de Van
Gogh. Los seis meses transcurridos desde que la segunda abandonó el
grupo hasta que la primera ingresó en él confirma la fama de cerradas y
endogámicas que arrastran las cuadrillas donostiarras.
Los que la escucharon ayer la presentación de la nueva cantante del
grupo apuntan a que confirma la máxima lampedusiana de cambiarlo todo
para que todo siga igual. La maniobra escisionista se ha saldado sin
daños mayores. Apenas unos reproches por aquí, unos desdenes por allá
para finalizar con un ‘hay buen rollo’.
Sí es cierto que se complica el ejercicio de ficción consistente en
presentar al grupo como una especie de ‘Verano Azul se va de
escenarios’ y que la sensación de que Pipi Lamstrung se ha colado en la
cuadrilla será inevitable, pero la espantada de Montero tampoco dejaba
mucho margen de maniobra. Entre las opciones, la más obvia, la
disolución, ni se contempló.
Bien hecho porque tras asistir a la resurrección de los muertos
vivientes en la carne de Police, el cambiazo de Jim Morrison por otro
cantante al frente de una broma denominada, no sin humor, Raiders on
the storm o incluso la reconstrucción minuciosa y arqueológica de
algunos de los conciertos que Genesis ofreció allá por los setenta,
carecería de sentido escandalizarse.
Como no se sabe muy bien qué se dice en estas ocasiones, que habrá que echar mano de los clásicos consagrados en los realities televisivos: “Leire, sé tú misma; Amaia, no cambies nunca”. Amén.