Alberto Moyano

1) Miguel Martín ha destacado con un “once sobre diez” las actuaciones de David Murray, Steve Coleman, Paolo Conte, Dianne Reeves, Jean Luc Ponty, Keith Jarrett, Ahmad Jamal y Kenny Barron. Además, ahí está Liza Minelli. ¿Alguien tiene por ahí una calculadora? La media de edad dibujaría como retrato robot del triunfador del Jazzaldia algún un ilustre músico ya bastante veterano. El jazz no debe ser país para jóvenes.

2) Si la no disponibilidad de un recinto, como es la Plaza de la Trinidad, despierta más desasosiego que las caídas de cartel de Lou Reed o John Hiatt ya sabemos bastante sobre el entorno en el que se celebra el festival. Por cierto, ¿son asuntos zanjados o cabe la posibilidad de que actúen en Donostia fuera del Jazzaldia, una vez que Laurie dé luz verde y Mo se ponga buena, respectivamente?

3) Innovación es un nombre de tango. En rigor, la ha habido -Gau Bira, bertsolaris, Open Mike-, pero resulta tan difícil sustraerse a la tentación de pedir más… Por otra parte, tan vaporoso término cobija bajo sus alas “todo”, que es casi tanto como decir “nada”.

4) Sobre el concierto de Bobby McFerrin y el Orfeón se extiende un manto de estruendoso silencio. Se sospecha que el motivo puede ser el enorme respeto que el centenario coro despierta entre público, críticos y organizadores.

5) La organización cifra en 150.000 el número de espectadores, esto es, 15.000 más que el año pasado. Las dudas sobre los 18.000 asistentes oficiales al citado concierto de McFerrin y el Orfeón podrían viciar la credibilidad del recuento, pero ni siquiera hace falta porque no hay quien detenga este tipo de espirales. La cifra de espectadores de los festivales, como la de lectores de periódicos, sólo puede subir y subir. Cada año mejor y, sobre todo, más. Que así sea.