Alberto Moyano
“No me gusta que cuando pido un helado de ‘hoy quiero hablar de la due diligence’, me den uno sabor ‘tienes una ley concursal muy bonita’. Me pasó ayer y tuve tal disgusto que convoqué una rueda de prensa. Como desahogo y eso.
La tenía que haber ofrecido el portavoz del club, que para eso cobra -bueno, no cobra pero es igual-, pero alguien le estuvo dando de comer después de medianoche. Nos advirtieron que era muy peligroso: se pone agresivo y como si se hubiera vuelto cuerdo. Y el que lo hace es alguien de dentro del club. Algún chupóptero. Y encima no se le puede bañar. Igual le digo a Feng que se lo devuelva al viejo comerciante chino.
En fin, que ahí estuve, con gente supermaja. No es cierto que no invitara a los fácticos. Lo que no puede ser es que yo diga que tal jugador no viene por decisión de la dirección técnica y haya gente que se eche a reír. No puede ser. Por eso, sólo convoco a periodistas que dominen la técnica Buster Keaton y mantengan un mínimo de seriedad, incluso en los momentos más difíciles.
El caso es que informé de todo. Las tiendas de China. Repito: ya están abiertas, lo que pasa es que si ponemos en los productos el escudo del club no vendemos uno. Por eso, hemos optado por poner otras cosas, en plan Beijing 2008 y Donostia, Capital Cultural Europea 2016. Estos últimos nos los quitan de las manos. La locura. Venga preguntar los pasajeros en tránsito cómo va lo de San Telmo o si se ha abierto ya Tabakalera. Una gozada. Y vendemos de todo: cosméticos, tabaco, alcohol, pipas de opio… Cualquier cosa que ayude al aficionado a evadirse de nuestra actual situación deportiva y, por qué no decirlo, financiera.
Todo esto, por supuesto, es la pura verdad, aunque no se me escapa que suscita algunas dudas. Bueno, de hecho, me parece insólito que la gente se lo crea. Debe ser que, como dice ese caballero argentino de un anuncio de refrescos, ‘el ser humano es extraordinario’. Por cierto, lleva tiempo trabajando con nosotros. Hablamos por teléfono todos los días. Majísimo”.