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Asier Manrique

El fotograma

Oscars 2018: Una ocasión perdida

Es triste que cuando terminó la gala de los Óscars 2018 el poso que dejó la ceremonia fue de “oportunidad perdida”. Me explico, la gala tuvo más representación femenina que nunca, más afroamericanos que nunca, más mensajes reivindicativos hacia las minorías que nunca… pero finalmente ganó La forma del agua, una película que ensalza la diversidad y la rareza, pero que no ha conseguido crear a su alrededor la mística que sí han logrado varias de sus contrincantes.

Podemos decir que la gala transcurrió por un tren que no se desvió de su camino en ningún momento. Una a una fueron cayendo las estatuillas y pocos fueron los sobresaltos que nos tenía preparada la Academia de Cine, que bastante tuvieron el año pasado con el lío de los sobres. Excepto las categorías de mejor películamejor guion originalmejor canción, el resto de la noche cumplió al pie de la letra con el guion previsto. Y, qué queréis que os diga, ya que tenemos que trasnochar para seguir la gala, mejor que las sorpresas sean varias más.

He hecho referencia a tres categorías, pero en ellas tampoco eligieron lo más rebuscado y menos “probable”, digamos que optaron por el plan b, los planes c, d, x o z quedaron descartados. Se sabía que si no ganaba ‘This is me‘ (‘El gran showman’), lo haría ‘Recuérdame‘ (‘Coco’), y así ocurrió. El Óscar a la mejor película estaba entre Tres anuncios en las afuerasLa forma del agua, la primera era la gran favorita, pero ganó la segunda, no optaron por una rareza como hubiera sido premiar a Lady BirdEl instante más oscuroDéjame salir. Y con mejor guion original anticiparon lo que iba a suceder después premiando a Déjame salir, la derrota de la noche: Tres anuncios en las afueras.

Excepto por esos momentos, la gala fue tan lineal que hasta pequeños gestos y guiños se convertían en el único aliciente. El momento en el que Guillermo del Toro sube a recoger el Óscar a mejor película y decide comprobar que el sobre que han abierto, de nuevo, Warren BeattyFaye Dunaway, es el correcto. El momento donde un grupo de actores y directores (Guillermo del Toro, Armie Hammer, Gal Gadot, Ansel Elgort…) salieron junto a Jimmy Kimmel hacia el Teatro Chino de Hollywood para dar una sorpresa a los espectadores de una película, en forma de perritos calientes que volaban por los aires.

Pero si por algo recordaremos lo cinéfilos esta nonagésima gala de los Óscars es por los vídeos recopilatorios que a lo largo de la noche nos fueron ofreciendo. Los dedicados a los actores y actrices, a las películas y, la más mágica de todas, la dedicada a la magia del cine, esa magia que nos hace soñar, transportarnos a otros mundos, vivir otras vidas y meternos en situaciones de todo tipo. Fue, sin ninguna duda, la mejor manera de homenajear el séptimo arte en una edición tan redonda como la número 90.

Y, llegados a este punto, debo volver a lo de la ocasión perdida, porque, Academia, estamos a lo que hay que estar o cambiamos el guion al final. Llevamos años viendo cómo Hollywood premia “rarezas”, películas más de autor, el cine comprometido socialmente, etc. y cuando todos habíamos empezado a comprar esta forma de otorgar premios, nos lo cambian. Hollywood optó por premiar un blockbuster, en lugar de premiar una cinta que pone el dedo en una llaga que deja, año tras año, miles de vidas rotas en Estados Unidos. Hollywood ha querido ser cuqui en lugar de ser valiente hasta el final.

Incluso, hubiésemos entendido el premio a mejor película para Déjame salir, como un quiebro final y una manera de premiar un blockbuster inesperado y una cinta que ha denunciado sin ningún tipo de tapujos lo complicado que sigue siendo ser afroamericano en los Estados Unidos. Pero digo más, si hubiesen querido aprovechar el tirón de minorías, Lady BirdCall Me By Your Name, ambos llegaron venidos a menos para este momento, podían haber sido dignas opciones

Pocas veces la Academia tendrá tan a mano poder trascender mucho más allá de una simple entrega de premios. Y todo ha quedado en corrección, mucha corrección y nada de riesgo. Qué se le va a hacer, otro años será.

Para despedir, el momento más emocionante, el de Frances McDormand, única premiada que aprovechó realmente el momento para hacer un alegato, como ya tocaba.

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