BILLY ELLIOT (QUIERO BAILAR)
Título original: Billy Elliot
Año: 2000
Duración: 111 minutos
País: Reino Unido
Dirección: Stephen Daldry
Guion: Lee Hall
Música: Stephen Warbeck
Fotografía: Brian Tufano
Reparto: Jamie Bell, Julie Walters, Gary Lewis, Jamie Draven, Adam Cooper, Jean Heywood,Stuart Wells y Nicola Blackwell
Productora: Working Title Films / BBC Films / The Arts Council
Género: Drama
En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, se suceden los enfrentamientos entre piquetes y policía. Entre los mineros más exaltados están Tony y su padre. Éste se ha empeñado en que Billy, su hijo pequeño, reciba clases de boxeo. Pero, aunque el chico tiene un buen juego de piernas, carece por completo de pegada. Un día, en el gimnasio, Billy observa la clase de ballet de la señora Wilkinson, una mujer de carácter severo que lo anima a participar. A partir de ese momento, Billy se dedicará apasionadamente a la danza. (FilmAffinity)
A raíz de la noticia publicada hace escasos días que decía que el musical de ‘Billy Elliot’ había sido cancelado en Hungría debido a que “convertía a los niños en homosexuales”, me propuse traer la película que da origen a la obra a este espacio.
Se trata ya de un clásico del cine británico, que cumple 18 años y lo hace con más fuerza que nunca. Creo que hay poca gente que no la haya visto, que no la haya disfrutado, no haya sufrido con sus personajes, no se haya enamorado de ellos o no haya llorado en algún momento con ella. Es cine puro, muy sencillo, con muy pocos elementos y un argumento bastante simple, pero tremendamente poderoso.
Al igual que ‘Pride‘, ‘Billy Elliot’ se sumerge en una Gran Bretaña sumida en plena huelga minera a mediados de los años 80. Este escenario de depresión en pequeñas poblaciones que vivían casi exclusivamente de lo que se extraía de esas minas sirve para dibujarnos una historia de superación con la danza como eje central, una historia que arrojará un poco de luz sobre una familia que necesariamente necesitaba una alegría.
Y que no se engañen en Hungría, ‘Billy Elliot’ lo dice claramente, bailar ballet no convierte a uno en gay, ni siquiera ver esta película. El drama, porque de comedia tiene nada o menos, de la película protagonizada por un espléndido Jamie Bell, no es más que eso, una historia de autodescubrimiento, de perder los complejos, de dejar de lado los prejuicios y de atreverse a afrontar los sueños con coraje.
Tiene muchas similitudes la decisión de ‘Billy Elliot’ con una salida del armario, y sí, aquí hago una pequeña concesión a estos retrógrados húngaros. El valor que necesita para enfrentarse a su padre (Gary Lewis) y a un entorno que le señala por su pasión por el baile, es algo inconmensurable. La escena en la que Jamie Bell, sin decir una sola palabra, comienza a bailar delante de su padre, con mirada amenazante, resume perfectamente este paso que el personaje debe dar.
En este proceso de madurar, el joven Elliot también se enfrentará a su propios prejuicios. Necesariamente, al crecer en un entorno tan cerrado y que le ha machacado con la idea de que bailar es igual a ser un “marica”, Billy muestra actitudes que dejan bastante que desear. En primer lugar enfrenta a su profesora, una fantástica Julie Walters, con la idea de que bailar hará que se le vea como un marica a los ojos del pueblo. Y por otro lado, tiene actitudes hacia sus nuevos compañeros de escuela que dejan ver ese poso homófobo con el que ha crecido.
Contrariamente a todo, la película nos da una pequeña pincelada de que el Billy Elliot privado, cuando está con su amigo Michael (Stuart Wells), se comporta con total libertad, sin juzgarlo por su orientación sexual o su gusto por travestirse. Es en estos momentos puros, los que comparten ambos personajes, cuando de verdad se ve al chico en toda su libertad. Liberado de la presión de su entorno, aquí puede compartir su pasión por la danza con una persona que no le va a juzgar por ello. Igualmente, Billy tampoco juzga a su amigo por sus intereses. El besito casto en la mejilla que comparten ambos al final de la cinta es la culminación definitiva de la maduración del Billy niño antes de partir a Londres.
La cinta no toma partido en concretar la orientación sexual de Billy Elliot. Ni falta que hace. Lo que nos queda claro es que es un niño que no ha entrado todavía en ese capítulo de su vida. No se ha cuestionado su sexualidad, no ha explorado esa faceta suya. Su único mundo es el baile, con el baile se expresa y con el baile vive. Rechaza a la niñita que le ofrece enseñarle su “rajita”, y rechaza a su amigo cuando este le da un beso, pero no rechaza el baile porque le hace “sentir electricidad”. Es este punto el que considero mejor de la película. Navega en una fina línea donde sería tremendamente maniqueo tomar una posición u otra, sin embargo, la película opta por el camino del medio, el baile. Todo lo demás, queda abierto a interpretaciones de los espectadores, y ninguno se equivocará si piensa que es gay, hetero, o lo que crea. Es bailarín, y punto.
Además de todo, la película se compone de escenas memorables. Seguro que si has visto ‘Billy Elliot’ no has olvidado el momento en el que Billy y su profesora leen la carta de su madre, la clase de baile de Billy y Michael, Billy bailando ante su padre, Billy en plena clase de ballet aterrado cuando su padre aparece, el momento de enfrentarse al tribunal que decidirá si puede ingresar en la escuela de baile, el momento “rajita”, la lectura de la carta de la escuela, el padre corriendo, la despedida de su amigo, su padre y su hermano o la escena final, que no, no sobra.
En este mes de junio donde he traído a este espacio una buena cantidad de películas LGTB, así, para englobarlas en general, por ser el Mes del Orgullo, esta película se suma a esta lista de cintas empoderadoras y que tratan de barrer de prejuicios a la sociedad. Ver ‘Billy Elliot’ con la mente abierta es volverse mejor persona. ‘Billy Elliot’ da un mensaje positivo a los jóvenes, de no rendirse, de perseguir los sueños, de creer en ellos. Pero también sirve para unos adultos que tratan de moldear a sus hijos a su gusto, cuando lo más adecuado sería estar a su lado para llevarles a donde los hijos quieren llegar. ‘Billy Elliot’ es aceptación, superación, inocencia, fuerza… una de las grandes películas británicas de todos los tiempos, sin ningún género de duda.
Lo mejor: No etiqueta a los personajes, son ricos en matices, dejan de lado maniqueísmos absurdos.
Lo peor: Que mentes cerradas como los responsables húngaros de la cancelación de su musical, nunca entenderán el verdadero mensaje de la película de Stephen Daldry, y lo peor, impedirán a futuras generación de aprender de ella.