EL SILENCIO DE LOS CORDEROS
Título original: The Silence of the Lambs
Año: 1991
Duración: 115 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Jonathan Demme
Guion: Ted Tally (Novela: Thomas Harris)
Música: Howard Shore
Fotografía: Tak Fujimoto
Reparto: Jodie Foster, Anthony Hopkins, Scott Glenn, Ted Levine, Anthony Heald,Diane Baker, Brooke Smith, Tracey Walter, Kasi Lemmons, Chris Isaak,Charles Napier, Roger Corman, Frankie Faison, Paul Lazar, Daniel Von Bargen y Cynthia Ettinger
Productora: Orion Pictures
Género: Thriller
El FBI busca a “Buffalo Bill”, un asesino en serie que mata a sus víctimas, todas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo recurren a Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene encerrado al Dr. Hannibal Lecter, antiguo psicoanalista y asesino, dotado de una inteligencia superior a la normal. Su misión será intentar sacarle información sobre los patrones de conducta del asesino que están buscando. (FilmAffinity)
No por estar más minutos en pantalla vas a ser más protagonista. Esto debió pensar un Anthony Hopkins que exprimió al máximo los 25 minutos que aparece en pantalla en ‘El silencio de los corderos’, ni uno más ni uno menos, 25 minutos de 115 que dura la película. Un secundario que devora la pantalla a su antojo, él es toda la película.
‘El silencio de los corderos’ es, en cierta medida, el thriller definitivo de los años 90; con permiso de ‘Seven’ y ‘Sospechosos habituales‘, claro. Abrió la década, y lo hizo a lo grande. Una película que endeudó hasta las cejas a su productora, que lo dio todo por ella, y que se tradujo en los 5 Óscar principales: película, director, actor, actriz y guion adaptado. Solo ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ y ‘Sucedió una noche’ ganaron también los 5 premios principales. Un éxito que puso sobre el mapa a Jodie Foster y a un Anthony Hopkins que, a pesar de haber hecho una carrera larga y variadísima, siempre quedaría marcado por este Hannibal Lecter.
Podría hablar de lo sencillo pero inteligente que es la película. Se toma licencias que otros thrillers policíacos no toman. Toma al espectador por inteligente y suficientemente capaz de entender todo lo que hacen, dicen o sucede. ¿Por qué se aplican ese ungüento bajo la nariz durante el examen forense? Podemos presuponer la razón, pero no se nos explica para qué es, y el cine nunca te muestra esto porque es de todo menos estético.
En verdad, y aunque nos hayamos olvidado, ‘El silencio de los corderos’ trata sobre la búsqueda de un asesino apodado Buffalo Bill. Es Clarice (Jodie Foster) la que debe encontrar a este psicópata, y por ello recurre a la ayuda de otro psicópata, todavía peor que Bill, el doctor Hannibal Lecter (Anthony Hopkins).
En apenas cuatro secuencias, no comparten más, Anthony Hopkins se divirtió de lo lindo asustando a una pobre Jodie Foster a la que sorprendió continuamente con sus improvisaciones. El ruidito que repite una y otra vez, la burla al acento de ella, la peculiar voz y su aura terminaron por aterrar a una Foster que no vio venir a un Hopkins entregado en cuerpo y alma a un personaje que lo catapultó a los altares.
Es tan potente la actuación de Hopkins que basta que aparezca en contadas ocasiones para que todo el esfuerzo de Foster y el resto del reparto quede en nada. Es triste, pero una sola persona logra captar nuestra atención de principio a fin en sus escenas. Tanto es así que sus secuencias son las más memorables. Sí, la escena final en la casa de Buffalo Bill se recuerda, se recuerda cómo era el sujeto, pero esto queda en agua de borrajas al lado de las escenas en la prisión, en la jaula o al otro lado del teléfono. Anthony Hopkins sentó cátedra.
Pero no solo por Hopkins seguimos hablando hoy en día de ‘El silencio de los corderos’, también lo hacemos porque cambió el cine. Veníamos de películas de terror que habían caído en la repetición, el recurso facilón de los monstruos y el gore o las pseudo películas de terror para adolescentes. A partir de ‘El silencio de los corderos’ el thriller y el terror tomaron nota y cambiaron para siempre. Las mencionadas ‘Seven‘ y ‘Sospechosos habituales‘ beben directamente de esta película, solo hace falta ver la escena final de esta última. El thriller se tomó más en serio y permitió abrir una segunda era dorada del género tras la época del maestro Alfred Hitchcock.
Lo mejor: Anthony Hopkins y el hecho de que cambiara el cine desde el momento de su lanzamiento.
Lo peor: El resto de personajes quedan en un segundo plano por culpa de Hannibal Lecter.