Andaba yo de mal pie. Cojeando ostensiblemente y la gente encantada en decirme qué tipo de males me asediaban.

“Acido úrico. Eso va a ser ácido úrico. Yo lo tuve y es horrible” vaticinaban unos. “Eso te lo quitas con un régimen especial”.

“Huy” me decía otro, “yo anduve igual que tu y al final de muchas pruebas resultó ser colesterol, 2 meses de régimen no te quita nadie.”

Lo peor es que todos parecían contentos con saber que, al fin, la buena vida le acaba por pasar factura a uno. Se les veía la sonrisa endiablada. Y yo, mientras tanto, cojeando.

Pensando ya en intervenciones quirúrgicas, o, peor aún regímenes, entreteniéndome en los anuncios que resaltan en titulares Atención Amputados o enterándome qué tipo de compensaciones le corresponde a un mutilado de guerra me fui al Dr. Escobar y me lo dejó bien claro: fascitis plantar. Esto se soluciona con unas plantillas. De momento te compras un air-heel y a volar. Ya no cojeo.

Así que los agoreros se quedan esta vez sin su satisfacción y yo lo celebro con un Arrayan Petit Verdot del 2003. Las bodegas Arrayán están en los montes de Toledo y han apostado por vinos de alta calidad y diferentes. Este vino que no llega a los 20 euros y se encuentra en supermercados de barrio es una auténtica maravilla en primer lugar por lo distinto que es, la petit verdot no es una uva muy común en España y, por lo que se ve, aclimata muy bien. En segundo lugar porque está lleno de matices de fruta pero con final muy entretenido que va desde plátanos hasta flores como la rosa. A mi me pareció con una entrada en boca fácil, aunque hubo a quien le pareció potente y eso está bien en un vino, que dé que hablar.

Así que, de momento, el régimen lo dejo para otra ocasión.