Así que se ha acabado el cava o el champagne y alguien ha decidido alargar la noche, o simplemente alguien quiere sofisticar la sobremesa allá van tres clásicos:

El Alexander, que orginariamente debe ser de ginebra tiene su variante más conocida en el Brandy Alexander, otras variantes: el de vodka en cuyo caso se llamaría un Ruso blanco (servido habitualmente en vaso bajo) y el de whisky estaría muy cerca de un irlandés, se sirve en copa de coktail:

3 partes, uno de brandy (o la bebida elegida), una parte de crema de cacao y una parte de nata. A la cocktelera con hielos, a la copa y se rocía un poco de nuez moscada. Ojo, porque el primero se toma como si no tuviera alcohol y el resto van cayendo.

El Old Fashioned, probablemente el cocktail más antiguo que se conoce, desde luego, el primero que se conoce bajo la definición “cocktail”: en un vaso bajo (precisamente conocido como vaso Old Fashioned), se hecha un azucarillo, angostura, (hay quien disuelve el azucarillo, yo prefiero dejarlo sin disolver), se hecha hielo, corteza de naranja, corteza de limón, bourbon y, si se quiere soda.

Y, por fin, el Gin and Tonic. En teoría un long drink. Pero, ojo, para que sienta bien, para que todo el mundo pueda disfrutar d ela noche y para que dure más la botella de ginebra, es mejor no pasarse con la mezcla. Gin Tonic no significa la mitad de cada cosa, un buen trago largo debe ser, casi casi un referesco. Las guías dicen que la mezcla más exacta es una parte de ginebra por siete (7) partes de tónica. Mucho hielo, corteza de limón si se quiere, y si alguien se pone estupendo y le han regalado una botella de Hendricks que sepa que una rodajita de pepino (fresco) le va muy muy bien. Para rematar la jugada un chorrito de lima o unos golpes de angostura a un gin tonic no le van nada mal.

A disfrutar.

Bog escrito escuchando: Dean Martin. ¿Quién si no?