Si antes lo digo antes me callan. ¿Pero no hablé ayer de la sencillez y de la simpleza? Pues parece que alguien me escuchó. Así que ayer cuando me acerqué a la puerta de entrada del Auditorio y la azafata me dijo que necesitaría una gafas para la siguiente ponencia empezaron los sudores fríos, los temblores de las piernas y el malestar general. ¿Gafas 3D para un plato? ¿En serio? Pero si la comida YA ES 3D.

Christian Escribá podrá ser un gran repostero, que lo es, Chirstian Escribá podrá ser un hombre muy imaginativo, que lo es, y sumando las dos cosas incluso diría que Christian Escribá es un gran repostero imaginativo pero todo tiene un límite. De entrada robo unas palabras del compi Juke escritas por aquí al lado ayer: “El resultado es que acabas comiendo con los auriculares puestos y si pides carne te ponen grabaciones con el tolón-tolón del vacuno y si pides pescado escuchas el rumor del oleaje que viene y va. Hace tiempo que es escalofriante” y añado: como a alguien se le ocurra ponerme unas gafas 3D en un restaurante yo me levanto y me voy, y me llevo la botella de vino a casa.

Encima habrá pasado desapercibido la gran innovación de la cocina de Angel León, que viene a decir que el mar debe ser el centro de las cocinas que están junto al mar, que el mar lo contiene todo. Gran idea y la única gran novedad la del plancton.

Pd.: Ya sé que aquello era un juego, pero yo lo digo por si acaso