Y esto terminó de la siguiente manera:
“Presentó diversas cosas que podrían hacerse en el restaurante: podría aparecer un músico que tocara el cello otro podría aparecer y tocar una pieza entera (la música podría ser un ingrediente) o quizás los comensales podrían hacer una parte del menú degustación en una zona del restaurante antes de ir a otra zona totalmente diferente, con otro diseño, otra iluminación, incluso otro aroma. Y Achatz preguntó: “Y ¿qué pasaría si fuéramos parte de una obra de teatro?”
El gran problema es que nos obliga a reducirlo todo a una pregunta básica que fue el slogan de una campaña de la cadena de hamburgueserías Wendy: Where’s the beef? Básicamente: ¿Dónde está la carne? O dicho de otra manera: ¿Dónde c… está el plato, la comida, el toma pan y moja?
De momento me retiro. Quiero comer tranquilo, donde pueda hablarle a los ojos a alguien, donde podamos decir que nos queremos y sin que venga un saltimbamqui a decirnos que nos movamos de sitio, de mesa o de restaurante. Cuando quiera ir a un espectáculo pagaré por ir a un espectáculo, si voy a un restaurante quiero que me sirvan comida de verdad y que la experiencia esté, sobre todo, en el plato.
Por mi parte vi cómo hacían un steak tartar, probé uno hecho con ostra, vi cómo Bittor Arginzoniz hacía mantequilla, cómo asaba la carne y una anguila, hablé de carne de verdad y vi cómo se hace la barbacoa mejicana. Salí ganando.