Me llevaron (literalmente) arrastrado a un lugar extraño del que no puedo ni hablar, tomamos ensaladas de todos los colores y chuleta de buey, unos dijeron que estaba “estupenda” otros que estaba “bien” y otro dijo “las hemos comido mejores y las hemos comido peores”. Lo mejor es que pagamos poco.

Después, a solas, quedaba una copa en el Amara Plaza. Tengo que hablar más a menudo de este bar. Es uno de los mejores de la ciudad si lo que se quiere es estar tranquilo, bien atendido y con una selección muy completa de licores. Y un ejemplo de precio podría ser que la copa de champagne cuesta menos que en un bar del centro y no sacan más de 6 copas por botella donde otros sacan hasta 8. Y, encima, la gente que hay es casi toda del hotel lo que quiere decir que nadie te reconoce.

Decía que en el Amara Plaza tienen ese aguardiente extraordinario que se llama Verum. Lo mejor es que donde otros aguardientes están hechos con el hollejo de la uva, es decir con el sobrante, esta bodega hace sus aguardientes con toda la uva. Los hace monovarietales (Sauvignon blanc, gewuztraminer, tempranillo y airén) conservando así todos los matices de cada variedad. Cualqueira de ellos es muy recomendable porque, a pesar de sus 35% de alcohol, entra sin raspar la garganta ni el esófago, es muy ligero. Aromático al principio, fácil de entrada, con matices en boca y persistente al final. Ese es el mayor peligro, lo bebes sin darte cuenta y vas a por más. Está muy bueno pero con cuidadín, aunque lo cierto es que se digiere fácil, es decir, es un auténtico digestivo. Lástima que no se encuentre aún en muchos sitios.