Porque le conocimos como una persona abierta, entretenida y siempre dispuesto a aprender y a enseñar.
Nos encantaba cuando recibíamos una llamda suya “He descubierto un sitio nuevo, ¿vamos el domingo?” Porque así lo hacíamos, los domingos al mediodía una escapada, normalmente antes de que tuviera que coger un avión de regreso a Madrid, una escapada a conocer un restaurante “contrastado”, a él se lo había recomendado algún colaborador suyo, lo había probado y, si merecía la pena, nos llevaba.
Al revés también ocurría, pero las menos, a pesar de todo le descubrimos algún local de lujo como el Etxebarri (estrenando GPS y nos perdimos), pero eso era fácil. A él le gustaban los sitios sencillos pero buenos, los locales de lujo ya los conocía de sobra por su vida profesional, los lugares perdidos, pequeños con una cocina casera eran los que más le interesaban. Y siempre que íbamos a un sitio que nos gustaba pensábamos “este le gustará a Jose Mari, habrá que llamarle.”
Y el vino siempre básico porque “no hace falta pagar grandes cantidades para tener un vino bueno”, no le gustaba la nueva moda de los vinos potentes, por eso, cuando pagaba él eran vinos de Rioja clásicos, al principio intenté encajarle alguno que me gustaba, pero no conseguía entusiasmarle, así que, incluso cuando pagábamos nosotros él elegía el vino, era más fácil así.
Hablábamos de gastronomía y de muchas cosas más, él fue el que más me animó a que siguiera el camino de la gastronomía después de ver varias intervenciones en Keridos Monstruos (no se perdía ni un solo programa de Ezquiaga), escuchaba el programa de radio y me comentaba las entrevistas, incluso llegamos a barajar una intervención suya regular con seudónimo (“sería divertido, pero me reconocerían enseguida”), hablábamos de las cosas que pasaban en la capital, de los dimes y diretes que tanto le gustaban, sus proyectos solidarios y, últimamente, de los nietos. En otra época y con otra amenaza siempre nos dijo, con esa entereza que le caracterizaba, que estaba preparado para lo que pasara que tenía los deberes hechos con Dios y eso era lo importante para él, así que sabemos que se habrá ido tranquilo.
A Maricruz, a Macarena, a Bárbara, a Jose Mari un fuerte abrazo. Te echaremos de menos Vikingo.