Vaya por delante que, salvo honrosas excepciones, San Sebastián es una ciudad aburrida desde el punto de vista gastronómico. Las propuestas diferentes (habrá quien piense que no hacen falta) son chinos reconvertidos en asiáticos para ampliar sus cartas o restaurantes étnicos (italianos, indios, ecuatorianos, colombianos) algunos de los cuales no dejan de ser petachos en bares de barrio con una mano puesta en la voluntad y la otra en la superviviencia.

Por fin alguien de aquí monta una porpuesta diferente y en el mismo corazón de la Parte vieja, en lo que fue el Salduba, al lado del Zeruko, enfrente del Txepetxa y el Nestor, ¿habrá algo más transgresor?

Porque de eso trata el Sku2 (pronúnciese Skubi), es un viaje a la trangresión y estas son sus alforjas:

Primera: Encargar el interiorismo a Tomás Alia (y que te lo haga). Uno de los Arquitectos de interiores más importantes que hay en el país. Su estudio trabaja para todo el mundo en proyectos de mucha importancia y, quienes saben de esto, dicen que es una de las 500 personas más influyentes en este momento.

Segunda: Tener en la cocina una auténtica representación de Naciones Unidas, empezando por una jefa de cocina ecuatoriana, dos chinos, una colombiana, una chica de Mongolia, un local y, en el futuro, un italiano.

Tercera: Un restaurante nuevo sin lubina, ni merluza, ni salmón, ni pastel de verduras o de pescado, ni carrilleras ¿de qué piensa vivir? Precisamente la carta refleja esa cocina de United Colors… cada nacionalidad se dedica a hacer su especialidad.

Cuarta: Sólo cuatro riojas en la carta de vinos. También quieren dar a entender que este es un lugar para viajar y los vinos reflejan esa aventura, los hay de todas partes y muy, muy bien de precio.

Quinta: Uno puede salir bien alimentado (dos platos, postre y vino) por menos de 25 euros y eso, en la Parte vieja, es un milagro. Además de la carta hay un menú del día que es fiel reflejo de la carta y, una idea muy buena, un menu express en el que te sirven un plato en 5 mns. suficiente y abundante para hacer una comida con un vino, todo por 12 euros. Para salir sin tener que tomarte un bocadillo rápido.

¿Y los platos? En mi opinión los asiáticos van más a lo seguro, el wok de verduras es muy interesante, con muchos sabores y verduras crujientes, el témpura es crujiente y suficientemente occidental como para compartir bien, las gambas Sku2 son originales (aunque no para pedir en una primera cita); cualquier la-mien porque, además, la pasta está hecha al momento, el solomillo es original y el bonito, mientras aguante, está muy bien aunque la presentación sea un poco rústico. Aviso a quienes sean alérgicos a gambas y/o langostinos, que lo digan bien claro porque un montón de platos los llevan, no entiendo esa obsesión.

El servicio está en rodaje (el servicio de vinos a veces sorprende y hay que pedir la cubitera) pero es muy amable y muy dispuesto lo que se agradece. La cristalería está muy bien y la vajilla es muy adecuada.

Puede que la propuesta no sea original por ahí fuera pero aquí sí lo es. Merece la pena descubrirlo sobre todo porque es un local que ha dado el paso, es el sitio a donde vas cuando ya te has cansado de todo lo demás y al que vuelves para refescarte, además un lugar donde se puede tomar un vino alsaciano por 17 euros siempre es bienvenido.