Por Carlos Rilova Jericó

Quienes siguen habitualmente el correo de la Historia saben bien que muchos de ellos se han dedicado a la cuestión de los cómics -o novelas gráficas, como se les llama ahora- que recogen o reflejan algún episodio histórico.

Desde hace ya tres semanas tenía apuntado dedicar el de este lunes a ese tema otra vez, pero ahora introduciendo una auténtica novedad que descubrí hace poco, aunque el fenómeno (voy a llamarlo así) lleva funcionando -y muy bien- desde 2016.

Me refiero a la exitosa iniciativa de un negocio -Ediciones Cascaborra- que ha revitalizado, y de qué manera, una vieja figura de la Europa moderna: la del librero-editor. Y lo ha hecho para algo que en los últimos años parecía imposible. Es decir: publicar, según leo, cerca de 50 cómics dedicados a divulgar aspectos más o menos desconocidos de la Historia de España.

Parece ser, según he ido recopilando información para este nuevo correo de la Historia, que el impulsor de todo esto, Julián Olivares, tiene como objetivo pasar de los cien títulos, que los ya existentes han obtenido buenas ventas -algunos incluso hasta cuatro ediciones- que hay una notable clientela suscrita a esas colecciones de “Historia de España en viñetas” y “Biografías en viñetas” y que muchos docentes de Historia están utilizando volúmenes de esas dos series para impartir sus clases…

Todo en conjunto son excelentes noticias y me alegro de poder contarlas hoy y aquí. Me explico: lo conseguido por Ediciones Cascaborra no es poca cosa. Es romper un muro muy sólido que aquí, en el correo de la Historia, se ha venido señalando y criticando desde casi sus comienzos allá por el año 2012. Ese muro es el de la negativa -sistemática- de muchas editoriales a dar a conocer la Historia de España en viñetas, algo que corrobora el mismo Julián Olivares en alguna entrevista.

Así a él han llegado múltiples autores con retazos de Historia de España poco o nada conocidos (otros no tanto) que editores de más peso se han negado a publicar y que Ediciones Cascaborra, sin embargo, ha demostrado que eran más que viables y además esperados por un público notable.

El criterio con el que Ediciones Cascaborra ha admitido y dado salida a esta línea editorial es también a elogiar en una España últimamente siempre desgarrada y enfrentada por cuestiones ideológicas en torno a la Historia, a su Historia. Así sorprende (gratamente) ver, por ejemplo, que este editor ha tenido un criterio tan objetivo como para admitir en su catálogo tanto relatos (dos al menos) sobre la División Azul enviada por los ganadores de la Guerra Civil a apoyar a Hitler contra la URSS, como las memorias (gráficas en este caso) de un combatiente republicano de la 49 Brigada Mixta…

Como historiador sólo puedo aplaudir, pues, todo lo conseguido por Ediciones Cascaborra hecho, además, con ese criterio editorial tan amplio, tan objetivo, nada sesgado. Y aportar un grano de arena más -éste de hoy- para que esa gran iniciativa sea más difundida, más conocida, más rentabilizada…

A futuro, sin embargo, ¿podría marcarse objetivos más ambiciosos esta editorial que ya ha conseguido marcas muy altas como vemos? Aquí me gustaría aportar uno, o dos, granos de arena más a título de sugerencia.

No he podido leerme todos los volúmenes de Ediciones Cascaborra, aunque he procurado hacerlo con casi todos los que han caído en mis manos desde hace unos meses. He repasado, eso sí, la lista de títulos y, entre una cosa y otra (lo leído y sólo conocido de título), veo algunas lagunas que me hacen temer que el proyecto siga avanzando pero dejando vacíos demasiado importantes en esa difícil (y saboteada deliberadamente, doy fe por propia experiencia) tarea de tratar de divulgar Historia de España en viñetas.

Veo, por ejemplo, que hay un volumen dedicado a la Batalla de Rocroi… La pregunta que me surge ante esto es ¿otra vez? Y la siguiente si ese cómic se limita a recontar, por enésima vez, la propaganda del cardenal Mazarino que quiso vender esa victoria pírrica y a medias -y casi irrelevante para España- como el fin del poderío español en Europa o si, por el contrario, se narrará ahí en viñetas toda la investigación histórica con la que algunos historiadores han (hemos) desmontado, años ha, esa falacia histórica. Tal y como lo resumía yo en el correo de la Historia de 17 de mayo de 2021.

Hay más ejemplos. Ediciones Cascaborra publicó, también en 2021, y casi de manera simultánea con Editorial Oberon, una biografía de Emilia Pardo Bazán. Sin duda algo imprescindible en su centenario. Ahora bien, ¿se consideraría por tanto que con la célebre escritora gallega queda ya todo dicho sobre lo que se podría divulgar en viñetas de la Historia de la España de la Restauración?

Debo negar la mayor, como biógrafo de la duquesa de Mandas, única mujer considerada por la Pardo Bazán digna de ser citada como ejemplo de buena formación intelectual para las demás de su clase…

Sin duda con la más que justificada biografía de Emilia Pardo Bazán se ha cubierto un gran vacío en la narración (y divulgación) de la Historia de la España de la Restauración, pero creo, sinceramente, que la ausencia de la tan elogiada duquesa en una colección como la de Cascaborra escamotearía a ese ávido público que la sigue una biografía tan reveladora como la de la propia Pardo Bazán, donde se descubre a una aristócrata involucrada en cuestiones de espionaje durante la tercera guerra carlista, misiones diplomáticas de alto nivel durante el Canovismo y un curioso etcétera a considerar y no olvidar…

¿Hay más casos similares? Hablando sólo desde tierra vasca puedo asegurar, por experiencia, que sí. Por sólo citar otros personajes que, como la duquesa, han pasado por mi mesa, diría que ocurre lo mismo con el almirante Antonio de Gaztañeta (para empezar autor del que quizás es el único manual teórico de construcción naval disponible en la Europa del siglo XVII), del factor de la Real Compañía de Filipinas en China Manuel de Agote y Bonechea o generales de las guerras napoleónicas como Gabriel de Mendizabal e Iraeta.

Y, sin ánimo de agotar la lista, también sería el caso del astrónomo José Joaquín de Ferrer y Cafranga. Caso éste especialmente sangrante habida cuenta de que grandes empresas -como Penguin- han difundido por todo el mundo -España incluida- otro cómic (bastante defectuoso en términos de reconstrucción histórica) sobre Alexander Von Humboldt, uno de los corresponsales de ese astrónomo pasaitarra. Algo que ha contribuido a eclipsar y ningunear, una vez más, a ese científico español, Ferrer y Cafranga, que fue capital para el desarrollo de la Astronomía moderna…

Si personajes como estos (y otros) pierden el barco de Ediciones Cascaborra, sería, debo insistir, una verdadera lástima y, nolens volens, podría quedar todo, otra vez, en una Historia contada a medias, encajonada por criterios “autonomistas” (¿en Madrid les importa lo que hiciera un general vasco en 1809 en un rincón de Salamanca?) y limitada (salvo excepciones), al fin, casi sin darse cuenta, a repetir, con mimbres nuevos, historias ya muy trilladas en detrimento de otras que, de momento, no van más allá de un limitado público académico. Y a veces ni eso siquiera…

Hago votos, pues, porque no sea así y porque el catálogo de Ediciones Cascaborra siga aumentando en la misma línea que emprendió hace ya años. Es decir: la de sacar a la luz a personajes como los citados justo por eso.

Por la necesidad de darlos a conocer, por su carácter que resulta insólito pero sólo porque la escritura y, sobre todo, la divulgación de la Historia de España (como Ediciones Cascaborra ha demostrado) está llena de absurdas lagunas, de pequeñas gazmoñerías de campanario capaces de darse el lujo de rechazar, por ejemplo, un cómic sobre hechos ocurridos en Tortosa en 1149 sólo porque un porcentaje del “mercado” no leería nada de eso fuera de Cataluña y otras absurdidades que esa editorial ha desmentido con una fuerza que sólo se puede admirar. Y aplaudir. Al menos hasta hoy…