Y pensar que todo empezó hace ya unos años. Una moda que parecía pasajera, que se extendió en primer lugar por un montón de hogares y luego los profesionales empezaron a ver las ventajas de subirse al carro de la novedad. Empezó con la locura de un libro de cocina de Lisa Casali, Cocinar con el lavavajillas, en aquel momento fue una propuesta que parecía una especia de locura de internet pero fue cuajando. ¿Qué hizo exactamente que tuviera tanto éxito? ¿Fueron las afirmaciones que al principio nadie creía y que fueron demostrándose que eran ciertas?
Veamos:
1.- Mejor para el medio ambiente porque se ahorraba energía. Mucha energía como se ha demostrado.
2.- Mejor para la salud porque eran cocciones prolongadas y así los alimentos conservaban sus propiedades nutricionales.
3.- Mejor para quienes hacían dieta porque reducía en más de un 60% la cantidad de grasas empeleadas en la cocción.
4.- Mejor para el ahorro porque se aprovechaba la energía para lavar y para cocinar.
5.- Mejor para el gusto de los alimentos porque el tipo de cocción mantenía las propiedades organolépticas. Eso sí, como ya hacía hincapié la autora era imprescindible trabajar con alimentos de mucha calidad. Lo malo no mejoraba.
6.- Más tiempo libre porque lo dejas funcionando y ya está.
7.- La cocción a baja temperatura te hacía parecer un cocinero de altos vuelos.
8.- No había olores en la cocina. La limpieza estaba asegurada porque se cocinaba en tarros herméticos y bolsas al vacío.
9.- Las comidas se preparaban con mucha facilidad
10.- Se podía hacer una programación, dejar los platos durante días para un último retoque justo antes de su consumo.
El caso es que fuera por una cosa o por otra los fabricantes de lavavajillas empezaron a hacer concursos de cocina con grandes premios. Empezaron a fabricar lavavajillas que cumplían una doble función: cocinar y lavar. La economía hizo que las casas fueran más pequeñas con menos espacio para la cocina y la gente instalaba su lavavajillas/cocina y ya estaba arreglado. El caso es que las escuelas de cocina empezaron a enseñar la técnica, el BCC hizo un máster y luego, a raiz de que entrara como patrono una marca de lavavajillas, se hizo una cátedra con estudios profundos de 5 años dedicados a la cocina con lavavajillas. Por fin toda una generación de nuevos cocineros encontraron en esta manera de cocinar la facilidad para abrir locales, para empezar no hacía falta salidas de humos, montar la cocina se hacía con la décima parte de dinero y de espacio que se aprovechaba para meter más mesas y, de esta manera, rentabilizar el negocio, que era necesario porque se trabajaba con materia prima de primera, aunque también el ahorro de energía era importante. La gente empezó a llenar los locales por todas las ventajas y se han ido abriendo uno tras otro de manera que ya cuesta encontrar un local con una cocina tradicional.
Y pensar que todo empezó con el libro de Lisa Casali editado por Larousse en el aquel lejano 2013.
Vuelta a tiempos actuales: miedo me da, pero ahí está pra quien lo quiera probar.
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